sábado, 18 de febrero de 2012

APARTHEID Y CODICIA

HACE MUCHÍSIMOS AÑOS, yo estaba elaborando un trabajo sobre el APARTHEID. Había solicitado información profunda en las oficinas de la UNESCO en nuestro país. 
Debo decir que jamás imaginé todo lo que ocurría en el mundo al respecto. Me horroricé, asombrada de que el ser humano pueda llegar a semejantes límites de crueldad: niños arrancados de su hogar para someterlos a trabajos viles en las minas diamantíferas, niños cuyas vidas sucumbían a poco de llegar, pero eso no les importaba a los "colonizadores" porque había muchísimos otros para ser utilizados como refresco. 
Ahí supe que cualquier blanco que llegara como turista a África, tenía prohibido acercarse o conversar con nativos. Éstos eran esclavizados y debían permanecer apartados del resto, en su propio país de origen. El hambre, las pestes, y el minucioso trabajo de rapiña de los colonizadores, los dejaba sin sustento, pues se llevaban de allá marfil, oro, diamantes y todo lo que pudiera servirles, incluidos los propios seres de ese inmenso y verde territorio. 
En alguno de los textos que me proporcionaron en la UNESCO leí una frase: "... donde crecen espesas las hierbas de la violencia..." y esa fue la que utilicé como título para mi trabajo.
Era cómodo escribir en mi hogar, al abrigo de soles y fríos, con mi café al alcance de mi mano, en mi  máquina de escribir eléctrica, y durmiendo todo lo necesario, mientras los protagonistas de estos aberrantes hechos seguían siendo martirizados. 

Cuando terminé o creí terminar mi "ensayo", lo dejé a un lado durante un tiempo, y finalmente lo destruí. Yo no servía siquiera para hacer una denuncia más de todas las que ya el mundo conocía.

Hace algún tiempo leí la conocida y breve e intensa historia escrita por Joseph Conrad "EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS". Ordenando mi biblioteca volví a tropezar con el pequeño volumen, y decidí releerlo. Noche a noche me fui encontrando con esas páginas admirables, y noche a noche quedé sometida a su influencia oscura y a la vez fuente de luz. 

Las cosas cambiaron mucho a través del tiempo, pero todavía el ser humano debe recorrer las experiencias que lo lleven a mejorar su esencia, y a descender los escalones que ha pretendido hacer propios para elevarse por encima del reino animal al cual pertenece. La más cruenta lucha que desarrolle un león, un puma o cocodrilo en busca de su alimento, no llega a ser más que un inocente juego de niños, comparada con aquella que lleva a la búsqueda no ya de comida, sino de alimento a la interminable codicia humana.  

 

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario